Dentro de todo el abanico de vertientes posibles del dibujo, una de mis favoritas es tener una mesa en eventos de ilustración. Este fin de semana pasado fue mi primera vez en Feria Pegajosa, feria que se realiza periódicamente desde el 2022. Me anoté en el mes de febrero y en los últimos días de ese mes, me confirmaron el lugar en la feria. Eso significaba una cosa: tenía exactamente un mes para prepararme.

Teniendo ya el horizonte claro de la fecha límite, había estado pensando qué dibujo podía llevar para exponer o qué podía crear para convertirlo en un nuevo producto. Debía contemplar, en ambos casos, los tiempos de impresión y eso acotaba aún más mi tiempo disponible para idear y concretar. Entonces ¿qué podía hacer? ¿cuántos problemas tendría que resolver?
Problema uno: un mes para crear algo desde cero
Ya venía barajando dos temáticas que quería encarar desde un enfoque cultural, el fútbol y Argentina. El primer tema fue rápidamente descartado porque no sabía qué tan vendible era algún producto con ese tópico y qué podía dibujar que fuera accesible para cualquier público, así que opté por ilustraciones temáticas de mi país. Para comenzar con algo que dispare ideas, entré a Pinterest e ingresé REPÚBLICA ARGENTINA en el buscador. Scrolleando a través de imágenes de figuras históricas, fotos icónicas y mapas nacionales, encontré una imagen que me cautivó:

La textura de líneas y la disposición de los elementos, en conjunto con la paleta de colores acotada, me llamaban de una manera poderosa. Sentía que iba a hacer stickers argentinos, pero no tenía mucho tiempo para bocetar y concretar, así que tenía que simplificar lo más posible el dibujo. Entonces recurrí a lo que cualquiera hace para ordenarse: una lista de ideas.

La primera limitación era el tiempo y la segunda limitación eran las medidas del producto. Sin ahondar en detalles de gastos económicos, la plancha de stickers debía ser de 12cm x 18cm y, armando una primera plantilla en Photoshop, los calcos ocuparían 4cm o 5cm. Imprimí (en mi impresora a cartucho) las dos opciones para visualizarlas.
Ahora tenía resuelto el listado y las medidas: sólo 6 dibujos que ocuparían 4cm, ya que este tamaño permitía bastante espacio entre las ilustraciones.
Para este punto ya sabía que iban a ser dibujos en blanco y negro, puesto que al ser con una paleta acotada, el color se lo iba a dar digitalmente para agilizar el proceso.
Busqué imágenes de referencia y empecé a dibujar, sin detenerme demasiado en detalles o que sean ilustraciones exactas. Me impuse no hacer más de 3 versiones de cada dibujo.
Pueden ver en mis dibujos que los feché y que los dibujé en el lapso de tres días. También pueden ver que hice una segunda versión de la cabeza del hornero, ya que no me convencía la silueta; una anotación para ajustar de manera digital el dibujo de Maradona y una segunda versión del Sol de Mayo (quizás el que más dudas me traía para traducir a mi estilo). Sorteé las pequeñas dificultades y avancé a la próxima etapa: maquetarlos digitalmente.
Problema dos: el efecto estampilla
Sumé más referencias de estampillas ya que necesitaba decidirme sobre las tipografías a usar y cuál o cuánto texto agregarles. Una de las referencias en particular fue la brújula a seguir.

Encontré la tipografía de “REPUBLICA ARGENTINA” y la usé para lo que fuera a poner en la estampilla y, como era de esperarse, surgió otro obstáculo: ¿puedo reproducir la textura de estampilla?. Los dioses de internet fueron generosos y pude encontrar una publicación de un sitio, que compartía archivos para lograr el efecto que buscaba, acompañados de un detallado tutorial. ¡Alabada sea Internet!
Una vez más, otra pregunta amenazaba mi proceso creativo: ¿tendrían que ser todas las estampillas en tonos azules como la referencia?
Si hay algo que aprendí en estos años dibujando es que no tenemos que morir con la referencia, sino usarla de base para explorar nuestras propias opciones. Rigiéndome por ese principio, le dí un color distinto a cada dibujo, tratando de que se mantenga una armonía al plasmarlos a todos dentro de la plancha. Con un gran alivio, procedí a la recta final de este camino.
Problema tres: que la plancha no compita con los stickers
Las estampillas ya tenían su versión final, así que era hora de diseñar la plancha donde se ubicarían. Tenía que pensar un título y no olvidarme de dejar mi nombre y arroba de redes sociales. El texto del encabezado vino fácil, pero lo que fue dificultoso era elegir una tipografía apropiada.
La argentinidad siempre me remite al fileteado porteño, a lo clásico y tradicional, así que busqué tipografías vintage pero que también sean legibles. Mi favorita es Cooper Black, pero no terminaba de convencerme. Buscando y probando en MyFonts, llegué a Store Clerk JNL Solid.

Sorteado el obstáculo de la tipografía de la plancha, tenía que diseñar la última pieza restante, el fondo dónde se posarían los stickers. Me gustan mucho las texturas, pero esto sobrecargaría a los dibujos que ya poseen varias de estas. Para resolver rápido, me pareció armar una suerte de motivo encadenado, con las mismas estampillas detrás de los calcos, con un tono más claro para que no perdieran protagonismo.
Y al fin, después de tantas preguntas a resolver y cuestiones sobre las que decidir, envié el diseño definitivo a la gráfica (¡al día siguiente que dibujé el Sol de Mayo!). A cruzar los dedos.
De la gráfica a la mesa de una feria
Unas semanas después, los stickers llegaron a mis manos y la felicidad era completa.

La plancha llegó a mi mesa de Feria Pegajosa y, aunque los nervios siempre están presentes, ver el resultado físico después de tantas horas de trabajo fue reconfortante. Todo este camino refuerza uno de mis mantras esenciales: menos es más. Y bueno, por supuesto, ¡no entrar en pánico cuando el tiempo apremia!
¿Y ustedes? ¿Alguna vez se enfrentaron a un proyecto creativo contra el tiempo? ¿Les gustaría que les cuente de otro proceso de dibujo? ¡Lxs leo!